¿De qué me sirve intentarlo, si ni siquiera tengo el valor para hacerlo?
Llegaste, me destruiste y te fuiste,
así que me esfuerzo en recoger los pedazos,
que siguen rodando por el suelo.
Supiste desde la primera noche que soy vulnerable,
mucho más de lo que aparento,
y sin embargo, aquí me tienes,
con la verdad en mis ojos y el miedo a mis pies
(así puedo huir más rápido)
Y te empeñas en mostrarme tu recién adquirida felicidad,
obligándome a callar y escapar,
por ser incapaz de mentir de nuevo,
sin ser obvia y absurda.
Espero desde el fondo de mi ser
que seas tan feliz como lo pareces,
que dejes de mirar a otras personas de esa forma,
que nunca más ignores a nadie,
y por último,
que jamás vuelvas a mi...
Odio mentir por otros.
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