Hoy fui a mi casa, pero no la que tiene cama y sofá,
sino la que tiene pupitres, pizarras y jardines verdes,
olor a inteligencia, y gente con libros,
mi casa maravillosa...
Mi Casa.
Y caminé por esos pasillos infinitos,
recordando viejas glorias y penas,
y eternos momentos que no se disuelven en el tiempo.
No lloré de felicidad,
tampoco me emocioné en exceso,
solamente sentí que por fin,
después de mucho tiempo,
había vuelto a casa.
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