Una vez más estoy aquí sentada esperándote.
De nuevo estoy pasando frío en una esquina mientras tu te decides a llegar.
Es la esquina de siempre, bajo el mismo enorme árbol,
y cuando por fin te apareces, llegas con la misma sonrisa,
la cara bien lavada y afeitada, oliendo a perfume... Llegas sin prisas.
¿Importa que te esperé demasiado tiempo?
¿Acaso no te das cuenta de que la rabia inunda mis ojos?
No... jamás te das cuenta...
Porque siempre importas tu y tus excusas,
todo el tiempo tu con tus pensamientos absurdos,
de que no importa si alguien espera "un poco",
cuando ese tiempo es valioso para los demás.
Camino despacio en sentido contrario,
y sigues pensando que no me importa
que igual iré a donde pensabas llevarme,
sólo que llego a mi puerta, la abro
y te dejo fuera.
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