domingo, 11 de septiembre de 2011

Una sombra

¿Recuerdas mi rostro?, ¿Podrías reconocerme en un océano de caras?
Sé con certeza que yo no te reconocería, envejecemos rápido, por nuestros ritmos de vida... aunque si alguno de los dos ha madurado más, no sabría medirlo. 

Estoy tratando de recordar tu cara, la cual odié con casi tanto ahínco como adoré a mi amor platónico de la adolescencia. No fue sorpresa encontrarme tratando de recordarte, porque te vi en una foto y no supe quién demonios eras. Tu cabello ha menguado, te has encorvado y tu cintura ha crecido. Tu sonrisa sigue igual de falsa, y tu mirada sigue con esa chispa de genialidad, pero a la vez de negrura y decepción. 



Algunas veces he pensado que nadie en el mundo puede decirte qué quieres hacer con tu vida... Y me doy cuenta de que tenías razón en unas cosas, no en todas. Ceder en esto me ha llevado casi 10 años... Dame otros 10 para ver si te doy la razón en todo, pero lo dudo... Aún así, dame ese tiempo para ver si logro terminar de olvidar que existes.

Probablemente todos tenemos ese lazo que queremos olvidar, ese pequeño detalle del tiempo que queremos borrar y que dejara de existir en la memoria. Es doloroso ver a un ídolo destrozarte el alma, las esperanzas y mirarlo sin sentir un odio profundo... Porque te odié, oh si, te odié con todas y cada una de las fibras de mi cuerpo, y de mi alma, si es que quedó algo de ella en medio del desastre que dejaste. 

De pronto un día, tantos años después, tratando de comerme mi orgullo, me di cuenta de que ya no te odiaba, ni te despreciaba, que los años obligándome a no recordar habían hecho lo suyo... ¡Te había olvidado!, que bienestar tan extraño... Pensé que celebraría; trataría de reírme de ti porque casi una década después, había logrado lo que tu habías hecho durante toda mi existencia: Te había olvidado, ya no recordaba que existías, y me lo tuvieron que recordar. 

Aún así, luego de tanto tiempo, me picó la curiosidad y busqué tus fotos, y me di cuenta de que el tiempo pasa sin duda alguna, y que tus hijas siguen siendo lo más bello que existe en el planeta, que tu mujer sigue siendo una dama excepcional y que tu... Sigues siendo el mismo ser superficial, excelente en lo tuyo e ignorante en todo lo demás. Una vez me dijiste: ¡no sabes cómo es la vida! Resulta que creo que puedo enseñarte a vivir, con mis desvelos, con mis mañas, vicios, sueños malogrados, con mi fracasos emocionales, sentimentales, y hasta profesionales. 

Quizá te volviste en una más de las sombras en mi vida... y realmente no sé qué se puede obtener de una sombra... Sé que no has pasado tiempo pensando en mi, porque después de todo, tu tiempo es oro y yo no lo valgo para ti. Pero decidí que ya tu no vales ni un segundo más del mío. Así que por ahora, y hasta que el viento cambie de dirección, será la última vez que piense, escriba o hable de ti. 

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